En el programa Hola Gente, la psicóloga Mariana Lucero abordó una de las problemáticas más frecuentes y preocupantes de la actualidad: la ansiedad y la depresión en la adolescencia. Con lenguaje claro y mirada integral, explicó los síntomas, las causas y la necesidad de un acompañamiento familiar y escolar temprano para prevenir cuadros graves, incluso conductas suicidas.

Lucero señaló que la adolescencia es una etapa de transición y crisis, donde los jóvenes “ya no son niños ni adultos”, y que muchos de los conflictos surgen por los cambios emocionales y sociales propios de la edad.

“Todos pasamos por crisis y cambios, pero cada persona tiene diferentes recursos emocionales para afrontarlos. Por eso, el acompañamiento es fundamental”, afirmó.

La profesional explicó que la gestión emocional es una herramienta clave para prevenir el malestar psicológico:

“La gestión emocional implica poder regular las emociones más intensas, como la ira o la frustración, y resolver los conflictos sin que nos desborden.”

Consultada sobre cómo detectar señales de alarma, Lucero detalló que los síntomas de ansiedad y depresión suelen confundirse con actitudes propias de la edad, pero hay indicios que no deben pasarse por alto:

“En la ansiedad aparecen la preocupación excesiva, el nerviosismo o los cambios en el sueño y el apetito. En la depresión, el aislamiento, la irritabilidad y la pérdida de interés por las actividades que antes daban placer.”

La psicóloga subrayó que ambas condiciones suelen presentarse juntas:

“La ansiedad y la depresión casi siempre van de la mano. Por eso hay que intervenir a tiempo, antes de que el sufrimiento se profundice.”

Respecto a los casos de suicidio adolescente, Lucero advirtió que “no ocurren de un día para otro”, sino que son procesos prolongados de dolor emocional.

“Suelen darse en soledad, en jóvenes que no han recibido diagnóstico ni tratamiento. Por eso, hablar del tema no provoca el problema, sino que lo previene. Hay que abrir la comunicación en casa y no tratar la salud mental como un tabú.”

También alertó sobre la influencia de las redes sociales y el impacto en la autoestima juvenil:

“Estamos en una era donde los chicos son educados por pantallas. Los padres también se distraen con los celulares y muchas veces los hijos sienten que no son mirados. El adolescente necesita sentirse visto y escuchado por el adulto.”

Por eso, enfatizó la importancia de recuperar el diálogo familiar:

“Comer sin pantallas, hablar del día, interesarse por lo que sienten. No es fácil, pero es el primer paso para acompañar.”

Lucero también hizo referencia al bullying y la reciente aprobación de la ley de responsabilidad parental en Mendoza, que busca sancionar a los padres cuando no se actúa ante casos de acoso escolar.

“El bullying deja secuelas profundas. Hay que activar los protocolos, trabajar con víctimas y victimarios, y sobre todo reforzar la empatía y el respeto desde casa.”

Finalmente, insistió en que la educación emocional debería ser materia obligatoria desde la escuela primaria:

“Si los adultos tenemos dificultades para regular nuestras emociones, imaginemos los adolescentes. Hablar, escuchar y pedir ayuda profesional son las formas más efectivas de prevenir el sufrimiento silencioso.”

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