Por Claudio Daniel Aguilera
Isabel Allende, una de las autoras más leídas del mundo hispano, vuelve a las librerías con Mi nombre es Emilia del Valle, una obra que entrelaza historia, memoria y feminismo a través de una protagonista tan rebelde como entrañable. Emilia es una mujer adelantada a su tiempo: periodista, viajera y decidida a abrirse paso en un siglo XIX dominado por el conservadurismo y la violencia, en plena guerra civil chilena.
Durante la presentación de la novela, Allende —que ha vendido más de 77 millones de ejemplares a nivel global— reflexionó sobre los paralelismos inevitables entre ella y su personaje. “Varias personas han señalado que Emilia es mi alter ego, pero no fue intencional. Nos parecemos en que ambas comenzamos en el periodismo y somos algo avanzadas para nuestra época, pero Emilia es mucho más interesante y valiente que yo”, declaró.
Aunque Isabel Allende reside desde hace décadas en California, su conexión con Chile se mantiene viva a través del idioma, la memoria y los afectos. “Hace medio siglo que no vivo en Chile, pero sigo siendo chilena. Allí están mis recuerdos más importantes, los de la infancia”, aseguró, anticipando un viaje al país para presentar esta novela “profundamente chilena”.
Fiel a su compromiso con los derechos de las mujeres, la autora volvió a poner el foco en la autonomía femenina, un tema constante en su obra: “Si una mujer no puede controlar su fertilidad, en realidad, controla muy poco”, sostuvo con contundencia.
La figura de Emilia del Valle, construida desde una mezcla de imaginación y vivencias reales, rinde también homenaje al padrastro de Allende, el recordado “tío Ramón”, a quien la escritora considera su verdadero padre.
A pesar de su fama, Allende lleva una vida simple y enfocada en la escritura, con escasos vínculos sociales y un entorno íntimo que gira en torno a su esposo, su hijo, su nuera y sus dos perras. “Soy bastante aburrida”, bromea con humildad.
Mi nombre es Emilia del Valle no es solo una novela; es un nuevo espejo de esa voz única que, sin buscarlo, sigue marcando el pulso de la literatura latinoamericana con perspectiva femenina, histórica y profundamente humana.
