En una charla cargada de emociones en Última Parada, Gustavo “Huevo” Castro —ex jugador y técnico del Centro Deportivo Rivadavia, campeón con Gutiérrez y actual Subdirector de Deportes del Municipio de San Martín— repasó su vida entre la pasión, la amistad y el valor de estar vivo para contarlo.
“Yo siempre digo que lo que me salvó fue el fútbol”, confesó Castro al recordar el momento más difícil de su vida, cuando debió enfrentar una enfermedad grave. “Se juntaron veinte jugadores profesionales, algunos que estaban en Europa, otros en Buenos Aires, y vinieron a jugar un partido a beneficio. Eso te demuestra lo que es este deporte. El fútbol me salvó”.
Con su humildad intacta, el “Huevo” habló de los afectos que le dejó el camino: “Lo más lindo que me dio el fútbol son los amigos. A mí me gastan porque dicen que tengo muchos, pero yo siempre trato de llevarme bien con todos. Y cuando un amigo habla mal de vos, ahí es cuando uno tiene que pensar que quizás algo está haciendo mal. De los demás, que hablen lo que quieran”.
Castro repasó también sus inicios como jugador y técnico: “Arranqué en San Martín, pasé por Rivadavia, y cuando estaba en La Amistad, Raúl me dio la posibilidad de dirigir. Ganamos una final histórica con Rivadavia, y creo que si la hubiera perdido, tal vez nunca me habría dedicado al fútbol. Son esos empujones que te cambian el camino”.
Sobre su inseparable compañero de ruta, fue contundente: “El Macho no es solo un ayudante de campo, es un hermano que me dio el fútbol. Al principio no nos queríamos mucho, pero después se volvió imposible no quererlo. Su lealtad y honestidad las valoro de por vida”.
Hoy, alejado de los bancos de suplentes pero más activo que nunca desde la gestión, Castro se muestra agradecido y en paz: “Después de todo lo que pasé, tengo la suerte de poder contarlo. Y eso no me pone triste, al contrario: me llena de orgullo. Sigo disfrutando de la vida, de mis amigos, y de ver crecer el deporte en Palmira. Porque gracias a Dios, estoy acá para contarlo”.