En diálogo con Última Parada, Diego “Pucho” Navarro —exjugador y actual coordinador deportivo del Centro Deportivo Rivadavia— compartió su mirada sobre el presente del club, el valor del sentido de pertenencia y el compromiso de las familias que hoy trabajan para que el “naranja” vuelva a ocupar el lugar que merece.
“Empezamos como un grupo de padres queriendo dar una mano. Veíamos que había cosas que se podían mejorar, y hoy estamos trabajando firme, con mucha gente comprometida, para que el Centro Deportivo Rivadavia crezca y vuelva a estar donde tiene que estar”, explicó Navarro, que lleva más de una década ligado a la institución.
Su historia con el club es de esas que se escriben con cariño y constancia: “Llegué en 2008, cuando todavía estudiaba Educación Física. Me abrieron las puertas y enseguida sentí que era mi casa. Fui jugador, después profesor, y ahora me toca estar del otro lado, organizando y ayudando a los profes. Son trece años en el club, y cada etapa la viví con la misma pasión”.
Como coordinador deportivo, su tarea se centra en ordenar el trabajo y mejorar las condiciones para que cada categoría tenga su espacio: “Queremos que los chicos entrenen en lugares acordes a lo que viven los fines de semana, que aprovechen las canchas auxiliares y que haya una planificación seria. Hoy todas las categorías están trabajando en mejores condiciones, incluso estamos iluminando una cancha más para las inferiores grandes”.
Navarro remarcó la importancia del compromiso colectivo: “Somos un grupo de diez o quince padres que dejamos horas de casa para estar acá. Es un trabajo honesto, hecho con cariño. Queremos que los chicos vuelvan al club, que se acerquen, que sientan que este lugar es suyo”.
Con respecto al presente futbolístico, celebró el valor de apostar a los propios: “El cien por ciento de los jugadores de primera son chicos formados en el club. Eso habla del trabajo que se está haciendo y motiva a los que vienen de abajo”.
Finalmente, el “Pucho” destacó el objetivo de fondo: “Más allá de lo deportivo, queremos formar personas. Que los chicos aprendan a competir, pero también a respetar, a valorar el esfuerzo y el compañerismo. El fútbol tiene que ser una escuela de vida”.