Juan Pablo Bustos, campeón de malambo y referente del estilo norte, pasó por el programa Esto es Rivadavia y dejó una radiografía sincera y profunda de lo que significa ser solista de malambo en la Argentina: una disciplina que excede lo artístico y se transforma en una forma de vida.
Bustos contó que su vínculo con el malambo comenzó desde muy chico. “A los diez años empecé en el Instituto Horizonte, a cargo de Rubén Algañaraz”, recordó, y explicó que luego continuó su formación con distintos profesores del país, hasta llegar a trabajar actualmente con Adriana, quien —según destacó— logró sacar “lo mejor” de él, con resultados que hoy se reflejan en los escenarios más importantes.
Al intentar definir qué es el malambo, el campeón fue claro y directo: no se trata solo de una danza. Bustos coincidió con la definición de que los malambistas son “atletas”, ya que la preparación es integral y constante. Entrenamiento físico, preparación psicológica, acompañamiento profesional y apoyo familiar forman parte de un proceso que exige dedicación absoluta.
En ese sentido, remarcó que el rubro “solista de malambo” no es individual en la práctica, ya que detrás de cada competidor hay un equipo completo. Además, explicó que los costos son elevados y que todo se solventa con esfuerzo propio. “Sale del bolsillo de uno, trabajando”, afirmó, al detallar que la indumentaria puede superar los quinientos mil pesos.
Bustos también rechazó la idea de que el malambo sea un hobby. Para él, se trata de una pasión que no se mide, que empuja a ensayar sin descanso y a priorizar el zapateo por sobre cualquier comodidad. Esa entrega lo llevó a representar al país en escenarios emblemáticos como el Festival Nacional de Malambo de Laborde —al que definió como “el mundial del malambista”— y el Festival de Cosquín, donde ya participó en varias oportunidades.
Con 37 años, Juan Pablo aseguró que la carrera del malambista no tiene una edad límite fija. “Es hasta que te den las piernas y el corazón”, sostuvo, destacando la importancia del cuidado físico, la alimentación y la disciplina diaria.
En lo personal, valoró el acompañamiento incondicional de su madre, quien siempre lo alentó a seguir intentando, incluso cuando los resultados no eran los esperados. También habló de su pareja, con quien comparte una relación basada en el entendimiento mutuo, ya que ambos se dedican a actividades artísticas. De hecho, ella lo acompañó tocando el bombo durante el proceso previo a Cosquín, y juntos viajarán al festival.
Con la mirada puesta en el 7 de enero, fecha en la que se presentará en Cosquín, Bustos asumió el desafío como una “hermosa responsabilidad” y expresó su deseo de disfrutar ese momento único, sabiendo que el camino fue largo, exigente y profundamente personal.







































