Federico Carabajal es rivadaviense, ingeniero agrónomo, enólogo y magíster en Viticultura y Enología, además de magíster en Negocios y Administración del Vino. A sus 33 años, se convirtió en el único enólogo argentino —y uno de los pocos de América— que vive y trabaja de manera permanente en China, específicamente en la región de Ningxia, conocida a nivel internacional como el “Burdeos de Oriente”.
La historia de Carabajal fue compartida en el programa Antes de Ver el Sol, donde relató su recorrido académico y profesional, desde sus estudios en la Escuela Vitivinícola Don Bosco de Rodeo del Medio hasta su formación universitaria en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo. Durante su carrera, trabajó en el INV y en bodegas de renombre como Trapiche, Chandon Argentina y Grupo Peñaflor, además de sumar experiencia en Colombia y en distintas regiones vitivinícolas de Estados Unidos.
Movido por el sueño de conocer y trabajar en China, Carabajal logró instalarse en Ningxia, una región emergente del centro del país asiático que concentra más de 200 bodegas y es una de las principales zonas vitivinícolas chinas. Allí, se desempeña como enólogo principal de una bodega de capital australiano y participa activamente en la Asociación de Vinos de Ningxia.

Durante la entrevista, explicó que el clima de Ningxia guarda similitudes con Mendoza: escasas precipitaciones, influencia de montaña y amplitud térmica, aunque con inviernos mucho más extremos, con temperaturas que pueden descender hasta los -18 grados. Esta condición obliga a una práctica particular: enterrar los viñedos durante el invierno para protegerlos del frío intenso.
En cuanto a las variedades, destacó al Cabernet Sauvignon como cepa principal, acompañado por la Marcelan —una cruza adaptada a la sequía—, además de Merlot, Cabernet Franc y blancas como Chardonnay, Viognier y Semillón. Según explicó, los vinos de Ningxia no buscan diferenciarse por un perfil radicalmente distinto, sino demostrar que China puede alcanzar niveles de calidad comparables a los de Mendoza, Burdeos o Australia.
Carabajal señaló que, si bien la calidad de los vinos chinos es alta y ya cuenta con premios internacionales en concursos como Decanter y James Suckling, el principal desafío es el precio: los vinos suelen costar entre dos y tres veces más que un vino argentino de similar calidad, debido a las labores culturales intensivas y a los costos de producción.
Respecto al consumo, explicó que el vino se bebe mayormente dentro de China y que los grandes centros de consumo están en ciudades como Shanghái, Beijing y Shenzhen. La bebida alcohólica más consumida en el país es el baijiu, un destilado de granos con entre 50 y 60 grados de alcohol, muy arraigado a la cultura gastronómica china.

Más allá del aspecto profesional, Carabajal se refirió a su experiencia personal en China, destacando la seguridad, la calidad de vida, el bajo costo de vida y la calidez de la gente. Aseguró que caminar de noche sin miedo, la ausencia de pobreza extrema y el fuerte apoyo estatal a la educación y la vivienda son factores que influyen en su decisión de seguir viviendo allí.
Finalmente, su visita a Mendoza tiene como objetivo compartir su experiencia a través de una degustación de vinos de Ningxia en la Facultad de Ciencias Agrarias, un evento que agotó cupos y que busca mostrar el crecimiento de China en la vitivinicultura mundial y fortalecer el intercambio académico y cultural.








































