La inflación en Argentina sigue siendo uno de los principales problemas económicos que enfrenta el país. Si bien el Indec informó una desaceleración en octubre, con un aumento del 2,7% respecto al mes anterior, la realidad es mucho más compleja. La polémica en torno a la actualización del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y las consecuencias de esta medida sobre el bolsillo de los argentinos siguen generando debate.
Según los datos oficiales, la inflación acumulada en los primeros diez meses del año alcanzó un 107%, una cifra que evidencia la pérdida constante del poder adquisitivo de los salarios. A pesar de que el Gobierno experimentó este leve desaceleración, economistas y especialistas advierten que los números podrían estar subestimando la verdadera inflación que enfrentan los ciudadanos.
¿Por qué la inflación sigue siendo tan alta?
Una de las principales razones detrás de la persistente inflación es la falta de actualización del IPC. El índice utilizado por el Indec se basa en una canasta de bienes y servicios que data de 2004-2005, lo que no refleja los cambios en los hábitos de consumo de los argentinos ni la creciente importancia de servicios como educación, salud y transporte en el presupuesto familiar.
Esta situación genera una brecha cada vez mayor entre la inflación oficial y la inflación real que experimentan los ciudadanos. Según el último informe de la UMET, la inflación de los trabajadores en octubre fue de 2,9%, lo que sugiere que los precios de los bienes y servicios que más consumen los hogares están aumentando a un ritmo superior al indicado por el IPC.
La batalla por la actualización del IPC
La necesidad de actualizar el IPC es un tema que ha generado un intenso debate entre el Gobierno y los economistas. Mientras que el Gobierno se muestra reticente a realizar cambios en el índice, argumentando que podría generar mayor incertidumbre en la economía, los especialistas advierten que mantener un IPC obsoleto distorsiona la medición de la inflación y dificulta la implementación de políticas económicas efectivas.
Marco Lavagna, titular del INDEC, ha insistido en la necesidad de trabajar en una nueva medición del IPC que sea más representativa de la realidad actual. Sin embargo, desde el Gobierno de Javier Milei existe una fuerte resistencia a realizar estos cambios.
Las consecuencias de la alta inflación
La alta inflación tiene consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad. Erosiona el poder adquisitivo de los salarios, genera incertidumbre y desalinea la inversión. Además, profundiza la desigualdad social, ya que los sectores más vulnerables son los más afectados por el aumento de los precios
En conclusión, la inflación sigue siendo un problema grave en Argentina y su impacto se siente en el bolsillo de todos los ciudadanos. La actualización del IPC es una medida urgente y necesaria para contar con una medición más precisa de la inflación y poder diseñar políticas económicas que permitan controlar este flagelo.