El intérprete de Malevo, Alta comedia, Nosotros y los otros, entre numerosos trabajos, falleció el sábado por la noche.
El actor Rodolfo Bebán murió el sábado por la noche a los 84 años. Según pudo saber LA NACION por fuentes cercanas al fallecido artista, no habrá velatorio.
Hubo un tiempo de la Argentina en el que todos se miraban en el espejo del actor. Los hombres querían parecerse a él, tomar los rasgos esenciales de su estampa recia y elegante, emular esas viriles armas de seducción que en sus manos parecían irresistibles. Y las mujeres suspiraban por los ojos de azul infinito del galán preferido de los escenarios y de la pantalla y se rendían ante la elocuente persuasión de su voz de tonos graves y perfecta teatralidad.
Todo esto ocurría durante la década de 1960, cuando los galanes se reconocían a partir del énfasis en algunos de sus atributos varoniles (actitudes, gestos, palabras) y era habitual que las mujeres aceptaran ese juego seductor desde un lugar de visible sumisión. Fue el momento de popularidad más alta en toda la carrera de Bebán, que representó mejor que nadie ese clima de época a través de varios de sus personajes de ficción.
Su vida real siempre fue todo lo opuesto. Lejos de las cámaras, jamás hubo en Bebán algún rastro de arrogancia o de hombría mal entendida, sino el reconocimiento constante de una personalidad retraída, tímida e insegura, que lo llevaba a alejarse naturalmente del contacto con los medios. Esa decisión fomentó de manera constante el equívoco de que el actor despreciaba a la prensa y la trataba todo el tiempo con desdén. “La manera en que llegó la popularidad a mi carrera me dejó algunas secuelas. Fue algo muy rápido”, reconoció. A la vez, se mostró siempre en contra de “ir a opinar cualquier cosa” a los medios. Por eso jamás se le conocieron definiciones políticas.
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