Rivadavia se convirtió en escenario del caos. En apenas veinte minutos, la tranquilidad de la tarde se quebró bajo el peso de tres robos consecutivos que dejaron a los vecinos en estado de alerta. Los hechos, ocurridos pasadas las 19 horas, expusieron una vez más la vulnerabilidad de las calles y la impunidad con la que actúan los delincuentes.

 

El primer golpe fue en Vicuña Prado. Entre Lavalle y San Isidro, sujetos desconocidos vaciaron un vehículo estacionado: se llevaron la rueda de auxilio, el gato y un bolso con objetos de valor. Pero no fue el único ataque en la zona. Minutos después, otro individuo, confiado en la desprotección del lugar, arrebató una bicicleta frente a una oficina. Las cámaras de seguridad lo captaron, pero su rostro no fue suficiente para impedir la fuga.

 

Mientras tanto, en José Hernández casi Sarmiento, una camioneta se convirtió en el blanco perfecto. Los ladrones no dudaron: robaron un bolso, ropa deportiva y hasta dos reposeras, como si se tratara de un saqueo sin testigos. La rapidez de los hechos dejó en evidencia la audacia de quienes operan al margen de la ley.

 

Los vecinos, indignados, alzaron la voz. «No podemos vivir así», declaró uno de ellos, mientras otros exigían mayor presencia policial. Sin embargo, hasta el momento, no hay detenidos.

La pregunta queda flotando en el aire: ¿Cuántos robos más tendrán que suceder antes de que las autoridades actúen?

 

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