El pasado jueves, el aire de La Brújula se llenó de risas, anécdotas y emoción cuando se entrevistó a Vanesa Muradas, profesora de teatro, referente cultural de Rivadavia y actual estudiante de coaching ontológico. Su presencia dejó mucho más que palabras: dejó una energía transformadora.

Vanesa fue presentada como algo más que una profe. Fue descrita por el equipo como una figura esencial del arte local, alguien que ha trascendido el teatro para convertirse en un verdadero faro emocional y creativo. En un clima distendido, no faltaron las bromas ni las historias compartidas, como aquella vez que se ausentó de una entrevista por estar «engripada», aunque el brillo del maquillaje y los ruidos de festejo de fondo sugerían otra cosa.

Pero más allá del humor, Vanesa compartió lo más valioso de su trabajo: su manera de construir comunidad a través del teatro, con un enfoque profundamente humano. Contó cómo hoy sus clases incluyen adolescentes, adultos y adultos mayores mezclados en un mismo grupo, donde las edades se desdibujan y lo que prevalece es el respeto, la emoción y la alegría compartida.

“En mi grupo no hay edades, hay amor, hay juego, hay respeto. Todos son uno cuando hacen teatro”, expresó con convicción. Este año, decidió hacer una pausa en la producción de obras para dedicarse a la formación, tanto personal como grupal, preparando el terreno para un 2026 que promete ser aún más potente desde lo artístico.

Vanesa destacó cómo el teatro salva, conecta y transforma. Entre improvisaciones, risas y miradas cómplices, su espacio se vuelve un refugio donde las emociones fluyen libremente y el arte hace su magia: reunir a las personas, sanarlas, hacerlas reír y volver a soñar.

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