Editorial por Fer Andrada
El Centro Deportivo Rivadavia es historia, es pasión, es identidad. Durante 47 años, este club ha sido la cuna de cientos de jugadores, el lugar donde niños y jóvenes aprendieron no solo a patear una pelota, sino a construir sueños, a defender una camiseta con orgullo. Sin embargo, hoy el club enfrenta su partido más difícil: la falta de recursos lo está dejando al borde del abismo.
Participar en la Liga Mendocina de Fútbol, la más importante de la provincia, cuesta aproximadamente 5 millones de pesos mensuales. Un número que parece inalcanzable cuando la recaudación por entradas y las cuotas de los jugadores de inferiores no alcanzan ni para cubrir lo básico. Los dirigentes ponen el cuerpo y el alma todos los días, buscando soluciones donde parece que no las hay. Pero la realidad es cruel: sin ayuda, el club no puede sostenerse.
Un club que es de todos, pero que parece ser de nadie
El Centro Deportivo Rivadavia no es solo un club de fútbol, es un patrimonio de la comunidad. Pero lo que debería ser una causa común se ha convertido en una lucha en solitario. El Municipio de Rivadavia, que debería ser el primero en defender su historia y su prestigio, parece mirar para otro lado.
¿Cómo es posible que un club con casi cinco décadas de trayectoria tenga que mendigar apoyo para simplemente existir? ¿Dónde está la gestión que tanto habla de «incentivar el deporte» cuando un equipo representativo del departamento está a punto de quedar fuera de competencia?
No se trata de política, ni de colores partidarios. Se trata de un club que ha sido semillero de talentos, que ha llevado el nombre de Rivadavia a cada cancha de la provincia y que hoy está luchando para superar esta crisis.
Se trata de una comunidad que necesita espacios deportivos vivos, no estadios vacíos y puertas cerradas.
Que el fútbol nos una, no que nos abandone
Este no es solo un llamado de atención al Municipio, sino también a los vecinos, a los hinchas, a los que alguna vez gritaron un gol en la tribuna. El Centro Deportivo Rivadavia necesita de su gente.
Apoyemos al club. Llevemos a nuestros hijos a jugar, abonemos la cuota, alentemos desde las gradas.
Exijamos respuestas. Que el Municipio explique por qué un club con tanta historia no recibe el respaldo que necesita.
No dejemos que el silencio lo condene. Si el fútbol es pasión, entonces hagamos que esa pasión sirva para salvar al club.
Hoy el Centro Deportivo Rivadavia está en crisis. Pero su historia nos demuestra que siempre supo salir adelante. Que no sea la indiferencia lo que lo derrote. Que seamos nosotros, su gente, quienes lo levantemos.